Duelo





Estaba ahí. Lo sentía. Sentía su aguda y tierna mirada sobre mi espalda. El salón, como siempre, estaba en penumbras, especialmente producido para encuentros de amor. Por esa razón había concurrido tantas noches en su busca, y lo seguiría haciendo de no ser porque la ausencia, aquí o allá, duele lo mismo.
Luego de beber una copa, seguía la misma rutina: me daba vueltas, husmeando hacia atrás, y  la densa soledad del lugar a pesar de la gente que pululaba en él, terminaba por abrumarme y me marchaba. Ofrecían acompañarme, pero yo no aceptaba.
Al otro día regresaba enfundada en el deseo de sentirlo tras de mí, mirándome, cuidándome, como si con eso pudiera resucitarlo.
Hoy lo pensé mejor,  el recuerdo y el sentimiento, se llevan acurrucados en lo profundo del alma.
No regresaré al Bar de nuestros encuentros.

2014


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Alimento del alma

Alimento del alma
Del pintor italiano, Charles Edward Perugini (1839-1918)